Thursday, November 23, 2006

[Cuento Corto] Ecuación.

Terminada la reunión, había cumplido con los puntos pendientes para ese día en su agenda. Sólo restaba llegar al hogar para descansar. La vuelta no sería fácil, pues se habían juntado las peores variables posibles para dicha ecuación. Sí, era la hora pico. Esto significaba tener que armarse de paciencia pues el retorno sería, de por sí traumático. Si todo fuera tan simple en nuestras vidas, que semejante variable entrase a nuestra ecuación de todos los días no nos representaría un fastidio tan inmenso, como realmente lo produce.

Otra variable a tener en cuenta era la tormenta que azotaba a la ciudad. Copiosa lluvia torrencial, no permitía salir de donde se estaba, tampoco llegar a donde se quería ir. Cautivo por su presencia, detuvo su andar con el afán de disuadirla. Cuan ingenuo fue en su pensar. Ella no dejaba de transitar entre el cielo y el infierno, su presencia era inmensa en medio de la ciudad.

Sigamos enumerando las variables, ya hemos visto la hora pico y la lluvia. Las últimas son el cansancio nuestro de cada día trabajado y el apuro por llegar a destino. Cuatro son las variables para formar una ecuación, cuyo resultado depende integramente de quien la plantea y no de quien trate de resolverla.

Él decide esperar, paraguas no llevaba, mojarse no quería. De pronto se vió hipnotizado por las gotas que rebotaban insistentemente contra el pavimento. Fue en aquel momento, que por un instante el tiempo parecio detenerse; habriendose un espacio para la observación plena y sin reparos de aquella ciudad que lo albergaba. Por vez primera los detalles se peleaban ante sus ojos por ser los primeros en ser notados, distinguidos por fuera de la monotonia acostumbrada. Le resulto rara la sensación, pero a la vez muy agradable. La percepción de aquello que lo rodeaba, se transformó en una sucesión de imágenes que invadieron su mente.

El chaparrón menguaba, mientras él se despertaba. Era hora de volver al hogar.

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